Hablan de nosotros

Daniel Zetoransky
Fundador y Director General de POWTOON
graduado del Nativ Cívico, Tel-Aviv 2015

Natan Devir, maestro del curso.

Educador del curso de preparación a la conversión en la ciudad de Ariel y en el campus de la Universidad de Ariel ya a más de 15 años. Natan nació en la extinta Unión Soviética, subió a Israel cuando aún era niño y pasó el también por el proceso de conversión.

¿Cómo llegaste a Israel y al Judaísmo?
Nací en Rusia y crecí como todos los niños del régimen comunista, mis abuelos eran irreductibles comunistas y hasta los 11 años yo pertenecía a movimientos de juventud comunistas. En el final de los años 80 empezaron los rumores que se habrían de abrirse los bordes y que sería posible mudarse a Israel. De todo esto he descubierto que soy medio Judío, digo mi padre es Judío pero no mi mamá, sin que esto me molestara demasiado.

En el principio de los años 90 ya se permitía la emigración hacia Israel aún que los permisos fuesen válidos por medio año no más, y aún me acuerdo de mi papá yendo a cada seis meses al ministerio de la emigración y haciendo cola para tramitar una vez más los papeles, empero siempre nos quedábamos en Rusia, y así fue por un largo período. A fin de cuentas hice yo el grande paso y me inscribí al programa de la Naalé, en la cual los hijos preceden la aliá de sus parientes, y en este marco aprendí sobre Israel y el Judaísmo. En su punto culminante, subí a Israel y pasé personalmente por el proceso de conversión, lo que me abrió un párrafo nuevo y significativo en mi vida.
Al término del Servicio Militar y mientras todavía estudiaba en la Yeshivat Hesder, me buscó Ira Vadeka, pionera del proyecto de conversiones de la ciudad de Ariel, invitándome a enseñar en las clases de dicha región. Empecé y seguí en clases de la ciudad y de la universidad.

¿Qué te pasa a cada vez que empiezas a enseñar en una nueva clase?
Durante el primer mes yo casi no enseño; me dedico en bajar las tensiones e a consolidar el espíritu de equipo del grupo, cuido de contestar a preguntas, tratar de los recelos y los estigmas que tienen los alumnos. ‘¿Entrarán en mi casa y averiguarán mi cocina?’ – ‘¡escuché que de verdad te siguen!’. Ahí ya los tranquilizo y explico que en 15 años de profesión no me he deparado con nada de semejante. Los animo a venir probar, sin compromiso y sin presión – en caso de que tengamos afinidad, seguimos.

Cuéntenos un poco de tu experiencia a lo largo de estos años.

Estudiar en un pueblo chico como Ariel es una experiencia gigante a mis ojos, pues mis alumnos y yo nos encontramos igualmente afuera del marco de los estudios en aula, sus hijos estudian junto con los míos, y yo me he convertido en parte de su cotidiano – los encuentro en la cola del súper y en el consultorio médico. Durante el proceso invito a mis alumnos a venir en mi casa, los conecto a la congregación y a mi círculo personal.

¿Qué es lo más tocante en el proceso de conversión?

Lo que más me emociona es ver parejas jóvenes pasar con éxito el proceso, pues esto es crítico para ellos. Tuve una vez una alumna embarazada en el 9º mes y la acompañé hasta el Tribunal Rabínico, ahí eligieron no esperar hasta el final de la deliberación y la aceptaron sin titubear. En la misma semana se casó y dio a luz.

¿Qué hace especial a tus ojos el papel del maestro de conversión en relación a un ponente o maestro?

Mi rol no consiste apenas en transmitir conocimiento, sobretodo en los días de hoy cuando se puede obtener todo conocimiento con un clic. Mi rol es antes acompañar, dar respuestas, respaldo y orientación a cada uno de mis alumnos a nivel personal al largo de todo el proceso.

¿Por qué les conviene a la gente tomar parte en el proceso?

Primeramente por tratarse de un proceso psicológico muy profundo que el alumno pasa con el mismo, con su familia y su entorno inmediato. El curso de conversión les da a cada uno una oportunidad personal de pasar por un proceso de trasformación interna significativa. No se trata de un curso universitario o de un examen de dirección, sino mucho más que eso.

En paralelo a sus actividades como maestro de conversión, Natan también trabaja como consejero del proyecto ‘Masá’ de la Agencia Judía.

Kasnya Zemaskov, graduada del Nativ Cívico

Avogada licenciada por la Universidad de Tel Aviv y graduada de la Escuela de Música Rimón, trabaja y vive en Tel Aviv. Kasnya ha estudiado y concluído con éxito el curso Nativ Cívico en la Universidad de Tel Aviv en 2015

¿Cómo llegaste a Israel y al judaísmo?
Nací en la ciudad de Perm, junto a los montes Urales en Rusia y llegué a Israel en el 1996 con 8 años – he crecido y he sido educada como todos los Judíos y Judías de Israel. Vine a descubrir que no soy judía cuando fui invitada a convertirme por el Nativ en el ejército.

¿Cómo recibiste esta noticia?
Estuve muy indignada – fue una grande sorpresa y les dije que se habían engañado, que esto no puede ser, que me voy pues no tengo tiempo para tonterías de este tipo. Con el tiempo comprendí lo que significaba todo esto, que estaba en juego mi identidad y que yo lo debía a mi misma – Escogí juntarme al Nativ Cívico.

¿Qué resentiste cuando te inscribiste al curso?
Llegué al curso con grande miedo, recelo y muchas preguntas, no comprendía lo que se esperaba de mí y no sabía si sería capaz de medirme a esto. Temía que vinieran a imponerme la religión, obligarme a hacer cosas contra mi voluntad. Los religiosos siempre me parecieron extraterrestres listos para devorarte. Cuando conocí a Bela Salotskin mi maestra, despacito se esfumaron mis recelos: ella me acompañó mano a mano, paso a paso, confortándome, y comprendí que ella quería tanto cuanto yo verme pasar todo este proceso con éxito.

Esta sensación al menos me hizo abrir la mente y disfrutar de las clases, de estudiar. Disfruté del material que se me facultó y ya no sentía que me impondrían lo que fuera, que a cada rato hubiera podido bajar del tren sin que nada de malo se pasase – todo dependería de mí, de mis decisiones.

Sin embargo lo que más me tocó durante el proceso es que no se espera de ti que reniegues tus orígenes, que devengas alguien que no eres, se espera que seas tu mismo.

¿Por qué pasar por el proceso de conversión?

Todos siempre me preguntan por que diablos pasar por este proceso y asumir el yugo de una tan grande responsabilidad. Les contesto que no es ningún yugo, si eres medio, un tercio o siete octavos, tienes alguna afinidad con el judaísmo, el hecho que uno vino de lejos y acá llegó es una señal que estas son sus raíces, y estas raíces nunca le serán un yugo sino un parte suya, de su identidad.

No vine para ser alguien, vine por ser alguien.

 

Crecí acá, estudié acá, serví al ejército de acá, celebré las fiestas como todos los demás, toda mi vida he soñado con un casamiento tradicional, grande y lindo. Por lo tanto no hay ninguna razón en el mundo por la cual renunciar a todo esto y casarme en Chipre en vez de acá en Israel.

¿Cómo te sentiste cuando concluiste el curso?

Salí del curso con una sensación de satisfacción infinita, el curso me enseñó a no posponer las cosas, a no posponer mi desarrollo personal. Cuando una amiga pensó en hacer el curso le dije ‘hazte un favor a ti misma, empieza lo más pronto – lo más temprano empieces, más se te quedará tiempo para disfrutarlo de verdad.

Salí del Nativ más tranquila y completa conmigo misma, y sigo siendo la misma Kasnia.

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Este programa es destinado a ciudadanos israelíes y residentes permanentes en Israel

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